El motivo de la vida

Imagina que pierdes la memoria en medio de un desierto. 1, 2, 3 horas tratando de recordar quién eres, quienes te conocen y como llegaste ahí. Pero el sol es inclemente y no tienes otro remedio que buscar agua. Tienes que sobrevivir y ese es ahora el destino de tu vida, o al menos el motivo de la vida en las próximas horas. Este esquema se repite constantemente entre nosotros.

Las prioridades evolucionan a cada instante, y como todo en el universo, lo pequeño junto, construye lo grande, y eso mismo sucede con las prioridades en el día a día. Las prioridades del día arman las prioridades más grandes y futuras. Según Maslow, las necesidades humanas tienen que ser satisfechas desde grados elementales como comer o dormir, hasta grados complejos de realización humana. La vida va y viene como un péndulo entre estos aspectos.  ¿Pareciera entonces que la vida nos da motivos múltiples a cada segundo? Depende que y como se desee ver.

Si se llega a la disyuntiva del ¿y porque vivo? Sería fácil replicar con el: ¿sería mejor no vivir?

Si no existen respuestas a estas interrogantes, entonces donde radicaría la diferencia entonces entre vivir o no vivir?

Es cierto, fácil es explicar el motivo de la vida como la rueda samsara de las encarnaciones y que una vida más o una vida menos solo son escuelas y tu esencia junto a tu átomo cimiente permanece a lo largo de las eras por eones de tiempo, más Dios es infinitamente sabio y tiene una respuesta adecuada para todo. No todas las personas desean conocer de esta manera el motivo de la vida.

El motivo de la vida, es simplemente, vivir. Vivir con esperanza, vivir con sueños, vivir con situaciones y hechos. Vivir y solamente vivir. El motivo de la vida es que te sientas vivo, es todo. Ya luego conocerás otras formas en que la vida se manifiesta, distinta a como la has conocido. Por ahora esta es la que conoces, y aprovéchala, si supieras como llegaste a este desierto, no podrías aprovechar lo bueno que tiene para ti.